Pasa San Valentín y las vitrinas de los comercios de este lado del mundo sustituyen los corazones y las rosas por los conejos y los huevos. Ha llegado la Pascua y con ello una fecha más que nos invita a reunirnos en torno a una mesa. Para mí esta forma de celebrarla es algo nueva, pues de donde vengo, en España, lo que abundan son las imágenes religiosas de los "Pasos de Semana Santa" y los dulces típicos de estas fechas: las torrijas, los buñuelos y los conejitos y huevos también, pero exclusivamente de chocolate.
Cuando me dispongo a escribir un artículo en Tulip and Spoon que trata de alguna tradición o celebración destacada, suelen darse dos circunstancias que me gustaría compartir con vosotros. La primera es que, en muchas ocasiones, celebraciones creídas por muchos de nosotros como originalmente norteamericanas, en realidad tienen su razón de ser en el viejo continente. Ocurre con San Valentín, pero también con Halloween o con muchos aspectos de las tradiciones relacionadas con Pascua.
Y la segunda es que muchas de estas fiestas de tradición cristiana tienen un origen muchas veces pagano y la Iglesia católica, conocedora del gran arraigo que muchas de ellas tenían en el pueblo, optó por no abolirlas y adaptarlas o, directamente, asumirlas como propias. En la Pascua vemos cómo finalmente confluyen elementos paganos y religiosos.
Así que antes de poner esa linda mesa de Pascua, pongámonos en contexto, porque bien estará saber qué sentido tiene adornarla con huevos pintados y con lindos conejitos de cerámica, no?
El conejo es un animal relacionado con la fertilidad y la vida en diferentes tradiciones anglosajonas pre-cristianas. Durante el mes de abril era homenajeado y el protagonista de fiestas populares en los pueblos del norte de Europa. Tenía especial importancia en la región germana, donde el conejo simbolizaba a la diosa Ostara, de cuyo nombre se desprende la palabra Easter, en inglés. Allí, la figura del Osterhase (Conejo de Pascua) cobró especial importancia. Venía en la primavera, después del equinocio, con su cesto cargado de huevos, que simbolizaban la vida nueva. Este origen se mezcla con la tradición cristiana, ya que los huevos, hasta el siglo XVIII eran alimentos prohibidos durante la Cuaresma, por su origen animal. Así que, después de recogerlos, se cocían para conservarlos en buen estado, se pintaban de rojo (puesto que simbolizaba la sangre de Cristo) y cuando llegaba la Pascua, con la resurrección de Cristo, se comían en una fiesta. Con el tiempo, ambas tradiciones se mezclaron dando a lugar a la forma de celebrarlo que hoy conocemos.
Son fechas para celebrar en familia y también para abrir las puertas de casa a los amigos cercanos.
Saca del armario tu mejor mantel, la mejor cubertería, vajilla y cristalería y alegra la vista a tus invitados con una mesa delicada y elegante. Te recomiendo, si no los has leído, mis artículos sobre Cómo vestir la mesa, para que luzca perfecta.
Como explico en mis talleres de protocolo de mesa, las mesas no sólo deben estar bien decoradas, sino correctamente montadas. Pon todos los elementos necesarios en ella, los necesarios para poder disfrutar del menú. Después sabrás que espacio dispones para decorar, de tal manera que esta decoración sea la guinda del pastel, sin que suponga un incordio para los comensales.
Te propongo optar en esta ocasión por los tonos pasteles, no dejes de adornar tu mesa con flores y juega con los elementos típicos de estas fechas: los huevos (con sus nidos) y los conejos de Pascua. Arriba he montado dos puestos de desayuno y almuerzo como ejemplo de lo que puedes hacer. Déjate llevar por tu imaginación. Seguro que con tu creatividad y los tips que en este blog te doy, lograrás un resultado de profesional.
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